Ovnis en la Edad Antigua, Media y Moderna
A
esta relación causa-efecto se han opuesto novelistas como Erik von
Daniken (1999), Juan José Benítez (1994) o Jacques Fabrice Vallée
(1976), quienes sostienen que, desde el pasado más remoto, el ser humano
trató de adaptar lo que veía a su intelecto, relacionando los distintos
avistamientos con objetos conocidos, cercanos a él. El primero de los
escritores citados, planteó que muchas de estas referencias antiguas
serían registros de observaciones reales de supuestas naves alienígenas,
las cuales habrían recibido distintas denominaciones en documentos
antiguos: vehículo de los dioses, carros de fuego, vímanas, discos
solares, nubes, es necesario reseñar que personas expertas en
Egipto y Asiria, como la egiptóloga de la Universidad Complutense de
Madrid Mara Castillo Mallén, advierten: los autores como von Daniken no
son egiptólogos ni asiriólogos, tampoco son arqueólogos y algunos, como
el mismo Daniken, no son licenciados; por lo tanto, afirmaciones como
las anteriores deben ser tenidas como meras especulaciones. No existen
dudas sobre la procedencia del pueblo egipcio ni los muchos que poblaron
Mesopotamia, ni se aprecia un salto tecnológico en algún momento
comprendido entre la construcción de las primeras mastabas hasta los
templos del Imperio Nuevo que haga suponer una transferencia
tecnológica, ni se ha encontrado ningún registro de contactos con
civilizaciones extraterrestres. Otros autores, como Luis Alfonso Gámez o
Benajmin Radford, mantienen que las conjeturas de Daniken y otros
contienen, además de una gran ignorancia sobre la Historia antigua, una
postura insultante y hasta racista contra esos pueblos, al no dudar de
que los romanos pudiesen construir el Coliseo y los griegos el Templo de
Artemisa, pero sí hacerlo cuando los ejecutores fueron otros humanos no
europeos.
Juan José Benítez (1994) propuso en su libro Los astronautas de Yavé que una serie de extraterrestres entrenaron a Moisés en el monte Sinaí en distintas técnicas, se ocuparon de ofrecerle asesoramiento, cuidaron y alimentaron a los padres de la Virgen María, se aparecieron a San José, los Reyes Magos o fueron los encargados de realizar la Anunciación. Como en el caso de Daniken, el autor español no aporta ninguna prueba documental o arqueológica de dichos supuestos.
Por
su parte, Jacques Fabrice Vallée (1976) mantenía que ha existido una
vieja tradición de seres fantásticos como las ninfas, sílfides, duendes o
hadas, los cuales realizaban raptos de personas para llevarlas a
lugares que los relatos denominan Magonia, pero también Ávalon y otras
geografías míticas. Según el autor francés, esos cuentos eran la forma
que tenían aquellas personas para explicar encuentros cercanos, raptos y
abducciones perpetrados por seres extraterrestres. Como en el caso de
las conjeturas vertidas por Daniken, esta hipótesis no deja de ser una
explicación ad hoc e innecesaria, pues existe otra mucho más sencilla.
Las nubes, las hadas o los carros de fuego podrían ser metáforas
empleadas en los relatos religiosos, sin ninguna evidencia de que dichos
relatos deban ser interpretados más que de una forma mítica. Así pues,
dichas narraciones no constituyen una prueba empírica para saber si
ocurrieron los hechos así o no, es decir, sostener que se trata de naves
extraterrestres podría ser un argumento ad ignorantiam. Durante
la Edad Media aumentaron, si cabe, los problemas para realizar
registros escritos de sucesos cotidianos. Esto fue debido al ligero
crecimiento del índice de analfabetismo y a los cortes periódicos que
los musulmanes practicaban al suministro de papiro con destino a Europa,
por lo que sólo quedaban los pergaminos como soporte para escribir, de
mejor calidad, pero mucho más escasos. Para Ted Wilding-White (1977, p.
7) los avistamientos no se pudieron recoger hasta la publicación de los
primeros periódicos. Antes, prosigue Wilding-White, las narraciones de
sucesos aéreos desconocidos sólo podían ser preservados para lecturas
posteriores por personas que supieran y pudieran escribirlos, en Europa
Occidental esta facultad quedaba reducida a los monjes en los
monasterios, por lo que se reducía mucho el espacio observable. El autor
recoge siete casos acaecidos entre el 1 de enero de 1254 y el 13 de
noviembre de 1833.
nubes
de fuego, el Borax Resplandeciente, nubes con ángeles, carro Pushpaka,
maruts (todas ellas en el Ramayana hindú); y también escudo que vuela,
luces cósmicas, perlas luminosas, flechas ígneas, Serpiente de las
Nubes, escudo yacente, espadas voladoras, esferas transparentes.
Asimismo señala que, si estos vehículos aéreos estaban tripulados, se
produciría igualmente el contacto con los eventuales seres
extraterrestres, quienes transmitirían a los observadores enseñanzas
diversas. Según estas teorías, el origen de muchas de las civilizaciones
del pasado (Egipto, Babilonia, etc.) sería extraterrestre o al menos
las tecnologías para realizar sus obras serían de origen o inspiración
extraterrestre.
Ovnis contemporáneos
En
el siglo XX y XXI el tema ovni ha vivido una curva similar a la Campana
de Gauss, comenzando por el ya relatado comentario del piloto Kennet
Arnold en la Cordillera de las Cascadas el 24 de junio de 1947. Al mes
siguiente se produjo el Incidente ovni de Roswell, en Nuevo México.
Siguiendo a Donald Menzel, fuese cual fuese lo aparecido en Rosswell
debería quedar fuera del campo ovni, pues no es nada que se viese
volando. Pese a todo, y debido a la vinculación desde su inicio con
visitas extraterrestres, se tardó muy poco en reunir los dos sucesos en
la misma categoría. Es
necesario volver a repetir las acuciantes necesidades de la CIA en
particular y del gobierno estadounidense en general para conseguir
información de lo que sucedía en el interior de la URSS. Según relata
uno de los asesores de la investigación ovni, el ya citado Carl Sagan
(1997, p. 102), esa necesidad acuciante de información llevó a
desarrollar multitud de globos aerostáticos con el objetivo de captar
indicios sobre los progresos soviéticos. Muchos fueron lanzados desde
distintos lugares con la esperanza de que cruzaran el país enemigo para
ser rescatados después con algún resultado. Uno de dichos intentos era
el Proyecto Mogul que analizaba el aire para buscar evidencias de
pruebas nucleares soviéticas.
En
1961 Betty y Barney Hill afirmaron que la noche del 19 al 20 de
septiembre habían sido abducidos
por un platillo volante. El matrimonio no se puso de acuerdo en varios
detalles, pero los dos coincidían en que al final los dejaron bajar,
habiéndoles borrado los recuerdos de lo sucedido. Pese a que el
especialista que los trató definió el caso como una especie de sueño,
testimonios como el de los Hill comenzaron a reproducirse tiempo después
en varios lugares del mundo, aumentando progresivamente las acciones
perpetradas a los abducidos, según siempre los testimonios de los
propios abducidos. Así se han declarado casos según los cuales los
extraterrestres les realizaban exploraciones internas, implantes de
dispositivos intracutáneos e incluso inseminaciones. Resulta necesario
puntualizar que para psicólogas como Susan Clancy, de la Universidad de
Harvard, dichas acciones pertenecen a la esfera del sueño, la fantasía o
el fraude, pero "Las abducciones no pasan en el mundo real"
Posibles explicaciones
Científicamente
la explicación más plausible de las supuestas abducciones sucedidas
durante el sueño es que los relatos surgen como explicación a episodios
psicóticos o de parálisis del sueño o en sueños lúcidos no controlados. En
general las alucinaciones que se tienen durante la parálisis del sueño,
serían sueños con algunas de las características de los sueños lúcidos,
que se perciben reales mientras sucede el fenómeno; pero que sin
embargo al despertar las personas que creen haber sido víctimas,
recuerdan el hecho como real, llegando incluso a reconocerlo como un
acontecimiento vivido realmente durante el resto de sus vidas. En
relación a los casos de quienes relatan haber sido abducidos mientras
caminaban, trabajaban, o incluso cuando conducían su automóvil (como es
el caso de los célebres Betty y Barney Hill)7 se explicarían por el
papel de las influencias culturales. Esta
explicación se basa en que los relatos de abducciones se han
incrementado después de que las historias sobre extraterrestres y las
abducciones empezasen a aparecer en el cine y la televisión. La historia
de los Hill fue popularizada por el periodista John G. Fuller, dando
comienzo a una era de supuestas abducciones que seguían un patrón
similar al descrito por los Hill, hoy en día asumido culturalmente. Esto
dificulta el trabajo de los ufólogos, ya que deben descartar los casos
en los que se demuestra que la «víctima» sólo tuvo un episodio
paranoico, por lo que resulta más complicado dar con casos en los que
aparentemente sí sucedió un rapto real. En cualquier caso, la
posibilidad de «episodio paranoico» es anecdótico: no es necesario en
absoluto sufrir algún tipo de inestabilidad mental para sufrir episodios
de parálisis de sueño y autoconvencerse de haber sido raptado por algún
tipo de entidad. En realidad, los episodios de parálisis de sueño no dan lugar sólo a
interpretaciones del tipo abducción, también son interpretados como
visitas de ángeles, posesiones demoníacas. Igualmente muchos de
los individuos que dicen haber sido secuestrados, se les ha hecho
recordar el supuesto suceso mediante hipnosis. Lo cual puede
permitir que el individuo sea sugestionado o autosugestionado mediante
hipnosis, induciéndole, voluntaria o involuntariamente, falsos
recuerdos.
A partir del argumento que desde el pasado más remoto, el ser humano ha tratado de expresar lo que veía de acuerdo con su entendimiento, relacionando las distintas manifestaciones con objetos conocidos, manteniendo de esta manera la semejanza con lo observado; hay creyentes que postulan que si estos vehículos aéreos podrían haber sido tripulados, produciéndose el contacto con los eventuales observadores, y transmitiéndoles enseñanzas diversas. Así indican que cabe la posibilidad de que se les pudo haber llamado a estas «naves»: bórax resplandeciente, nubes con ángeles (en el Corán islámico). vímanas y carro de flores (en el Ramaiana hinduista), vehículos de los dioses, carros de fuego, discos solares, nubes de fuego, etc. Así, hay creyentes en el fenómeno de la abducción, que igualmente afirman también que varios personajes de la antigüedad, tales como algunos personajes indicados en relatos bíblicos y pre-bíblicos habrían sido abducidos en supuestas «nubes» o carros de fuego a través los cuales «ascendieron a los cielos».
El
caso del profeta Ezequiel, o de Elías (ascendiendo al Cielo a través de
un carro de fuego que provenía del cielo), o incluso Jesucristo
(subiendo al cielo a través de una nube) hace lanzar a algunos ufólogos
la idea de que el fenómeno no es solamente actual, sino que existió a
través de los años, incluso en la más remota antigüedad. Frente
a estos argumentos, los críticos, la comunidad científica y escépticos
indican que la hipótesis de la abducción no deja de ser una explicación
ad hoc
ya que las nubes y carros de fuego podrían ser metáforas para un relato
religioso y no hay ninguna evidencia de que esos relatos deban ser
interpretados de otra manera. Desde el punto de vista historiográfico
además se trataría hipótesis argumento desde la ignorancia,
pues los que realizan tales interpretaciones ufológicas ignoran a que
se refieren esas historias, el significado de tales imágenes en la
cultura y cosmovisión de los autores. Ezequil, por ejemplo, describe un
típico carro-trono adornado con querubines, al más puro estílo fenicio,
tal cual es representado en relieves y monedas de la época, solo que de
enormes dimenciones dada la importancia de Dios que se sienta en el.
VIDEOS Y DOCUMETALES SOBRE LA INTERVENCION
DE LOS O.V.N.I.S EN LA HISTORIA HUMANA

La
visión de platillos volantes, como se ha explicado, dio comienzo cuando
la ingeniería había logrado ya un nivel suficiente como para
desarrollar motores de reacción, misiles con alcances estratosféricos e
ingenios nucleares. Lo que, para escritores como Luis Alfonso Gámez,
sugiere un origen humano producto de aquella época. La idea de estar
ante un mito de la era espacial.

Juan José Benítez (1994) propuso en su libro Los astronautas de Yavé que una serie de extraterrestres entrenaron a Moisés en el monte Sinaí en distintas técnicas, se ocuparon de ofrecerle asesoramiento, cuidaron y alimentaron a los padres de la Virgen María, se aparecieron a San José, los Reyes Magos o fueron los encargados de realizar la Anunciación. Como en el caso de Daniken, el autor español no aporta ninguna prueba documental o arqueológica de dichos supuestos.



Ovnis contemporáneos

El
Mogul estaba catalogado como secreto y actualmente se tiene por el
responsable de lo que sucedió en el pueblo de Nuevo México, afirma Sagan
(1997, p. 102 y siguientes), incrementado también por la próspera
industria turística local, como narra Ballester Olmos (2000, p. 32). La
posibilidad de tener guardado y en secreto un acontecimiento como ese,
la evidencia de haber sido visitados por una inteligencia
extraterrestre, es considerado de todo punto imposible por autores como
Ricardo Campo, pues empequeñecería lo realizado por Colón o por el
Proyecto Manhattan del que ya tenían noticias los soviéticos antes de su
culminación. El español esgrime que ni la fabricación de las armas
nucleares pudo mantenerse bajo secreto, pese a existir un acuerdo previo
de silencio, mucho menos ocultar durante décadas un descubrimiento de
capital importancia para toda la Humanidad como es la prueba irrefutable
de otro tipo de vida inteligente. Tras estos sucesos, la lista de
avistamientos continuó aumentando
hasta que su número fue considerado preocupante por la administración
Truman, la cual ordenó las primeras investigaciones que desembocarían en
el posterior Proyecto Libro Azul. Carl Sagan (1997,
p. 100 y siguientes) indica que, cuando él fue asesor científico del
proyecto, encontró un ambiente de malestar y desidia en las Fuerzas
Aéreas, tanto es así que la primera denominación fue "Proyecto Fastidio"
o "Project Grudge" en inglés.

Otro suceso que terminaría repercutiendo en el tema ovni se produjo a principios de los cincuenta, cuando Donald Keyhoe, ex oficial de la USAF y participante en el Proyecto Libro Azul, comenzó a ser oído junto a su mensaje de advertencia sobre lo intrínsecamente peligroso de las armas nucleares y el cuidado que debía tenerse con las mismas. A partir de aquellos avisos comenzaron a surgir gente y grupos que decían haber contactado con extraterrestres quienes les transmitían el mismo mensaje. Es en este punto cuando los ovnis comienzan una deriva desde las observaciones hacia una especie de religión, con su ética, sus mensajes y sus nuevos apóstoles, como los describió Fernando Jiménez del Oso.


Confirma las palabras de la psicóloga el hecho de que ninguno de los supuestos abducidos haya podido aportar pruebas fehacientes de lo sucedido, los implantes nunca se han encontrado, las marcas en el cuerpo son compatibles con muchas otras lesiones cotidianas y jamás se ha traído un objeto que poder analizar ni aparecen publicados, comenta Sagan (1997), artículos en revistas científicas sobre nuevos materiales desconocidos hasta el momento. Esta deriva en el tema ovni hacia unos encuentros cada vez más cercanos es, para Luis Alfonso Gámez, el ejemplo de que el mito ovni se ha destruido a sí mismo, "porque ya no le queda más por inventar".

En el campo de la «ufología» y en el de la "ciencia ficción" se llama abducción al acto en el cual uno o más seres extraterrestres toman a un ser vivo terrestre contra su voluntad, lo secuestran y lo llevan a algún sitio determinado, generalmente a su propia nave espacial.

Desde los años cincuenta, los relatos de abducciones suelen incluir la descripción de una sala semejante a un laboratorio en la cual los extraterrestres realizan algún tipo de experimento o investigación sobre el individuo secuestrado. El relato (subjetivo) del secuestro suele incluir la idea de que el mismo estaría precedido por la pérdida de la voluntad y de la conciencia en el instante anterior al momento del transporte. Quienes refieren haber sido víctimas de una abducción aseguran que durante el rapto habrían padecido un lapso importante de «tiempo perdido», es decir, la sensación de haber pasado un tiempo prolongado, pero sin poder recordar casi nada de ese lapso transcurrido. El interior de la nave a la cual serían conducidos los abducidos por lo general es descrito como una sala redonda, con cúpula, iluminada por una luz difusa que parece salir de las paredes y del suelo. Tras ser retornados de la abducción, algunos comentan tener alguna anomalía en su organismo, tales como la presencia de objetos metálicos dentro del cuerpo.
Tiempo perdido
Una característica común a quienes alegan haber sido abducidos es la amnesia, llamada «tiempo perdido» en el argot que popularizó el escritor neoyorquino Budd Hopkins, autor del libro Missing time (‘tiempo perdido’), de 1981. Esta amnesia casi siempre impide a los protagonistas recordar el meollo del incidente. Por ejemplo, una persona vive una situación extraña de una supuesta abducción o visita extraterrestre a una determinada hora. Más tarde, al mirar su reloj, ve que han pasado varias horas pero no recuerda bien qué ocurrió en ese lapso.

Posibles explicaciones

Abducciones en la antigüedad
A partir del argumento que desde el pasado más remoto, el ser humano ha tratado de expresar lo que veía de acuerdo con su entendimiento, relacionando las distintas manifestaciones con objetos conocidos, manteniendo de esta manera la semejanza con lo observado; hay creyentes que postulan que si estos vehículos aéreos podrían haber sido tripulados, produciéndose el contacto con los eventuales observadores, y transmitiéndoles enseñanzas diversas. Así indican que cabe la posibilidad de que se les pudo haber llamado a estas «naves»: bórax resplandeciente, nubes con ángeles (en el Corán islámico). vímanas y carro de flores (en el Ramaiana hinduista), vehículos de los dioses, carros de fuego, discos solares, nubes de fuego, etc. Así, hay creyentes en el fenómeno de la abducción, que igualmente afirman también que varios personajes de la antigüedad, tales como algunos personajes indicados en relatos bíblicos y pre-bíblicos habrían sido abducidos en supuestas «nubes» o carros de fuego a través los cuales «ascendieron a los cielos».


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