viernes, 19 de julio de 2013

¿Por qué la existencia de platillos volantes parece más deseable que su no existencia?

¿Por qué la existencia de platillos volantes parece más deseable que su no existencia?

La idea de la necesidad del misterio parece algo consustancial al ser humano.  El hecho de recibir una explicación plausible sobre lo que se ve puede restar espacio a la fantasía. Así varios autores no utilizan la denominación "fenómeno" sino "mito" y en otros casos "síndrome". El término "síndrome OVNI" fue utilizado por autores como Jiménez del Oso (1984) para indicar que los observadores de luces sin identificar están afectados por varias variables además del emisor de las luces. Por su parte, Julio Arcas indica que los avistamientos ovni son relatos orales en su mayoría, forman parte de la tradición oral del siglo XX para los occidentales.
Mucho antes de los autores antes citados, el psiquiatra Carl Gustav Jung postuló una teoría para explicar por qué parece más deseable que los ovnis sean naves extraterrestres que no cualquier otro fenómeno conocido. Jung publicó en 1958 su obra Un mito moderno. De cosas que se ven en el cielo. Dicho título ahonda en el rumor mundial sobre los «platillos volantes». En el prólogo a la edición angloamericana Jung alude a un artículo de 1954 escrito para el semanario suizo Die Weltwoche en el que mostraba su escepticismo. En 1958 la prensa mundial descubrió dicha entrevista divulgándose la noticia a nivel internacional, pero de forma distorsionada, citándosele como creyente en los ovnis. A pesar de dirigir una rectificación a la agencia United Press, la versión auténtica de su opinión se ignoró. Finaliza aludiendo a que «este notable hecho merece el interés del psicólogo. ¿Por qué la existencia de platillos volantes parece más deseable que su no existencia?».
Para escritores como Patrick Harpur, el ensayo de Jung sigue siendo uno de los más agudos análisis de apariciones aéreas. Fue «dedicado a Walter Niehus, arquitecto, como muestra de agradecimiento por haberme inducido a escribir este librito».  En el prólogo comienza aludiendo a la conclusión a la que llegó en el artículo de 1954 ya citado: «Se ve algo, pero no se sabe qué. Incluso resulta casi imposible hacerse una idea correcta de estos objetos, pues no se comportan como cuerpos sino con la ingravidez de los pensamientos. No ha habido hasta ahora ninguna prueba indudable de la existencia física de los ovnis excepto en los casos en que se ha producido un eco en el radar».
Jung añade que desde entonces y «durante más de un decenio la realidad física de los ovnis ha seguido siendo un asunto sumamente problemático». Y que «cuanto más se prolongaba la incertidumbre, tanto más probable se fue haciendo que en ese fenómeno, evidentemente complicado, incidiera también, además de una posible base física, un importante componente psíquico. Esto no tiene nada de asombroso al tratarse de un fenómeno aparentemente físico que se caracteriza, por una parte, por su frecuencia, y por otra, por lo extraño y desconocido, incluso por lo contradictorio de su naturaleza física. Un objeto semejante provoca como ninguna otra cosa la fantasía consciente y la inconsciente, produciéndose suposiciones especulativas y narraciones fantasiosas con el fondo mitológico propio de estas excitantes observaciones».

Así, Jung establece tres modos de ver el fenómeno:
  1. Un proceso real objetivo, físico, o percepción primaria, genera una fantasía o mito concomitante.
  2. Una fantasía primaria inconsciente, un arquetipo, invade la consciencia con ilusiones y visiones.
  3. Se produce una coincidencia sincronística acausal y plena de sentido, especialmente en fenómenos vinculados a procesos psíquicos arquetípicos.
Finalizaba el prólogo indicando que carece de medios para aportar algo útil a la realidad física del fenómeno, ocupándose casi exclusivamente del aspecto psíquico. Aun así reconoce «que por desgracia hay buenas razones por las que no puede darse por concluido el asunto de manera tan sencilla». Bien es cierto que las proyecciones psíquicas de carácter mitológico no son causadas por el fenómeno ovni al haber existido siempre, con o sin ovnis. El mito se fundamenta en lo inconsciente colectivo y su proyección siempre ha tenido lugar. Así, la proyección como ovni, junto con su contexto psicológico, el rumor, es un fenómeno propio de nuestra época, característico de ella.
Es seguramente significativo de nuestra época que el arquetipo, en contraposición a las formas anteriores, adopte una forma neutra, incluso técnica, para eludir el escándalo de la personificación mitológica. Lo que tiene apariencia técnica llega al hombre moderno sin dificultad.
Aún resta abordar el carácter real del fenómeno, ante lo cual Jung plantea tres posibilidades:
  1. La hipótesis de ausencia de gravedad o antigravitación que conlleva el fenómeno lo deja en manos de la física.
  2. El fenómeno ovni como materialización psíquica, es decir, que la psique llegue a materializar el fenómeno ovni, lo considera aún menos probable.
  3. Podría tratarse de un fenómeno sincronístico: la situación de la humanidad, por un lado, y el fenómeno de los ovnis como realidad material real pero desconocida, por otro, no se hallan en ninguna relación causal mutua cognoscible pero parecen coincidir en su sentido. Es decir, se proyectan contenidos de lo inconsciente sobre dichos fenómenos celestes reales pero indeterminados, dotándoles de un significado que no merecen en absoluto.

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