O.V.N.I
Objeto volador no identificado
El término objeto volador no identificado, más conocido como ovni (por las siglas O.V.N.I., calco del acrónimo inglés UFO o Unidentified Flying Object), se refiere a la observación de un objeto volante, real o aparente, que no puede ser identificado por el observador y cuyo origen sigue siendo desconocido después de una investigación. El acrónimo fue creado para reemplazar al de "platillo volante" y ha llegado a trascender más allá de las simples observaciones aéreas. Aunque autores como Erik von Daniken (1999) o Jacques Fabrice Vallée (1976) han apuntado que los antiguos carros de los dioses o las apariciones y raptos en bosques y pantanos podían ser el equivalente a los relatos ovni actuales, el fenómeno-mito comenzó en 1947, íntimamente vinculado a los medios de comunicación. Su interés para los gobiernos, si es que alguna vez lo tuvo, ha ido decreciendo al encontrarse explicación a la mayoría de los casos y no apreciarse nada especialmente raro ni misterioso en los no aclarados. Sin embargo, la tendencia parece opuesta en la literatura especializada en estos temas, que ha ido creciendo en número de cabeceras y tirada, para pasar a recoger también supuestos contactos telepáticos, pretendidos secuestros y declaraciones sobre experimentos genéticos perpetrados por los tripulantes de dichos objetos. Todas estas afirmaciones extraordinarias tienen en común la ausencia de pruebas extraordinarias que las demuestren. Pese a la total ausencia de las mismas, la hipótesis extraterrestre sigue siendo defendida, quizá por la recompensa mental que aportan las fantasías e ilusiones de ser visitados por inteligencias de otros mundos.
Terminología
El
primer nombre dado a luces o formas en el cielo desconocidas para el
espectador fue el de platillo volante o platillo volador, del inglés
flying saucer. El término "platillo volador" se popularizó en 1947
debido a un error periodístico. El 24 de junio, el piloto civil
norteamericano Kenneth Arnold vio una formación de nueve objetos en
forma de búmeran volando a una velocidad estimada por él superior a 1500
Km/h, mientras pilotada sobre la Cordillera de las Cascadas, estado de
Washington. Como se ha indicado, a finales de la Segunda Guerra
Mundial se vivía como posible la existencia de prototipos rápidos y muy
manejables, desarrollados por otros países y nunca vistos hasta el
momento. Ante la posibilidad de haber divisado una escuadrilla de dichos
prototipos, Arnold se dirigió a la oficina del FBI para informar, pero
la encontró cerrada. Por lo tanto acudió a un periodista llamado Bill
Bequette para narrarle su observación. El piloto explicó la formación
indicando que los nueve objetos tenían forma de búmeran y describió su
movimientos como el efectuado por las piedras cuando rebotan sobre una
superficie líquida, en concreto su palabras pueden traducirse por «un
platillo lanzado a través del agua». Bequette confundió la forma en la
que se movían los objetos con la forma de los objetos. El error de
Bequette ha sido recogido multitud de veces por científicos como Carl
Sagan (1997): «Dijeron que yo había dicho que eran "como platillos",
cuando lo que yo dije fue que "volaban al estilo de un platillo"»,
declaró Arnold al célebre locutor Edward R. Murrow en una entrevista
para la CBS, transmitida el 7 de abril de 1950. Nuevamente
Sagan (1997) hizo hincapié sobre la relación entre la confusión y las
observaciones posteriores, incluso fotografías: Mientras
la explicación original se ha olvidado, el término platillo volador se
ha convertido en una palabra habitual. El aspecto y comportamiento de
los platillos voladores de Kenneth Arnold era bastante diferente de lo
que sólo unos años después se caracterizaría rígidamente en la
comprensión pública del término: algo como un frisbee muy grande y con
gran capacidad de maniobra. Autores como Ricardo Campo han recogido
citas más elocuentes: Muy
probablemente, a partir de entonces, todas las razas alienígenas y
extraterrestres que han visitado la Tierra han tenido que rediseñar sus
naves interplanetarias para adaptarse al error de un periodista de un
diario local de Estados Unidos del año 47.
KENNETH ARNOLD PILOTO CIVIL Y SU ENCUENTRO CON OVNIS
Pese al error, las declaraciones sobre ingenios aeronáuticos no identificados aumentaron considerablemente. Ante la posibilidad de que la URSS dispusiera de aparatos desconocidos hasta el momento o que se pudiera estar violando de alguna forma el espacio aéreo estadounidense con gran impunidad, la administración de Harry S. Truman emprendió una serie de investigaciones para esclarecer los hechos. Uno de los participantes en aquellas investigaciones y director del posteriormente llamado Proyecto Libro Azul fue Joseph Allen Hynek (1977). A este astrónomo se le debe la decisión de cambiar el término "platillo volante" por el más genérico "Objeto Volador No Identificado", traducido del inglés "Unidentified Flying Object", nombre que persiste hasta nuestros días. La disciplina que estudia o simplemente recoge los caso de ovnis se denomina Ufología. Según estudiosos de la ufología, como Fernando Frías, en todo el mundo se detectan numerosos fallos en la recopilación y difusión de los casos, como publicar que a una persona le creció un tercer testículo tras un encuentro sin haberlo verificado, por ejemplo. Tanto es así que la propia Academia Española define la ufología como "simulacro deinvestigación científica...".
En la mayoría de los casos estudiados por ufólogos empleando el método científico se descubrió un origen conocido. Juan Ballester Olmos (2000) señala que cuando se ha estudiado el expediente, generalmente un relato, y no se ha sido posible ofrecer una explicación, se considera un caso positivo. Por contra, cuando se puede dar una explicación se denomina caso negativo.
Contexto histórico
Autores
como Luis Alfonso Gámez, Ricardo Campo o Neil deGrasse Tyson han
insistido en la gran importancia de los antecedentes históricos que
rodeaban el nacimiento y la popularización del término O.V.N.I.
A finales del siglo XIX y principios del XX, Percival Lowell había publicado varias obras sobre Marte, en las cuales postulaba que las líneas oscuras divisadas por Giovanni Virginio Schiaparelli en la superficie marciana constituían una red de canales, creados por una civilización inteligente, para traer agua desde los polos al ecuador del Planeta Rojo. Pese a que las observaciones de Lowell se revelarían erróneas, el público en general consideró la existencia de vida extraterrestre inteligente y cercana a la Tierra como un hecho probado científicamente. El astrónomo y divulgador científico Carl Sagan (1996, p. 232) indica que la Mariner 9 refutó esa posibilidad cuando fotografió la superficie del Planeta en 1971. En 1944 la Luftwaffe había conseguido hacer operativo el Heinkel He 178. El motor de este avión sorprendió por su sencillez al no necesitar bielas, pistones, cigüeñal, aceite y los demás elementos utilizados hasta el momento. También su velocidad, cercana a los 700 Km/h, dejaba bastante atrás a los mejores aparatos de la época, caso del Supermarine Spitfire. Como tercera virtud se puede destacar su maniobrabilidad. Además el aparato en sí ya era sorprendente para personas poco introducidas en el mundo aeronáutico por no tener hélices que lo impulsaran. Aparatos como este y tantos otros que le siguieron comenzaron a implantar en el ciudadano corriente la idea de que se investigaba sobre nuevos modelos aéreos, bastante diferentes de los anteriores y con unas prestaciones muy superiores.
Un
efecto más contundente si cabe para la opinión pública lo causó el V2.
Este misil balístico dejaba muy atrás a lo que podían presentar naciones
como la URSS o Estados Unidos. La V2 era capaz de mover una carga útil
de casi una tonelada, a varios cientos de kilómetros y a velocidades que
superaban con mucho la del sonido, según Nigel Hawkes (1992, p. 193)
dicha velocidad se consideraba "barrera" infranqueable para un ingenio
humano, pese, continúa Hawkes, a que las balas de fusil ya viajaban a
esa velocidad desde hacía décadas. Este portento de la ingeniería abrió
nuevamente la mentalidad del público en general e hizo ver como posible
que un ingenio de origen inteligente causara imágenes que antes se
hubieran tomado por espejismos, resplandores, relámpagos o cualquier
otra explicación natural.
El
16 de julio de 1945 tuvo lugar en Álamo Gordo la Prueba Trinity, con la
que culminaba el Proyecto Manhattan. Dicha prueba, junto a la
utilización posterior de una bomba de uranio y otra de plutonio,
demostró que se podía conseguir gran cantidad de energía con poca masa.
Pero, al mismo tiempo, se descubría un nuevo tipo de arma, con una
capacidad destructiva incomparable, lo cual supuso un salto cualitativo
en el tipo de guerra que podría librarse. Asimismo, también se dio el
pistoletazo de salida para una carrera de armamentos entre los Estados
Unidos y la URSS junto a una carrera de información para conocer cada
bando el nivel alcanzado por su oponente. Aunque actualmente se sabe que
la tecnología soviética estaba por detrás de la estadounidense, había
dos campos donde si llevaban cierta ventaja: uno era el misilístico,
como se verá más adelante, y el otro fue la capacidad de guardar sus
secretos. El régimen de Iósif Stalin era una dictadura férrea, con un
control considerable de la información producida y difundida, por lo que
las apariencias eran más fáciles de guardar. Unido a esto, las inmensas
proporciones del país le concedían una profundidad estratégica sin
igual, lo que hacía imposible observar todo su territorio, aunque sólo
fuese indirectamente, desde ningún punto de su frontera, por muy alto
que se alzara el observador.
Como
ha recogido posteriormente John Lewis Gaddis (2008), los soviéticos
podían amenazar con misiles que no tenían y esgrimir divisiones con las
que no contaban, o al menos en determinados momentos, porque las
agencias de información al principio tenían un gran desconocimiento de
lo que sucedía en el interior del país enemigo. La recién creada CIA
(Agencia Central de Inteligencia) necesitaba información sobre lo que
sucedía en la URSS y financió proyectos de todo tipo para conseguir
fotografías o mediciones atmosféricas que pudieran indicar los avances
de la otra superpotencia en campos como el de los misiles
intercontinentales, los bombarderos estratégicos o las pruebas nucleares
atmosféricas. Ante
las prestaciones ofrecidas por el motor de reacción y el misil
balístico, las potencias vencedoras se disputaron a los técnicos
implicados en los programas alemanes para desarrollar los suyos propios.
Sin embargo, por una serie de decisiones, los Estados Unidos
mantuvieron relegado a von Braun durante un tiempo, mientras los
dirigentes soviéticos sacaron del Gulag a Serguéi Koroliov para que
retomase los programas de misiles abandonados años atrás. Al poco tiempo
los segundos iban más adelantados que los primeros en misiles y
cohetes. Carl Sagan (1996, p. 247) indica que dicha ventaja fue inicial,
cuando los soviéticos contaban con algunos prototipos de una potencia
superior y una tasa de éxitos también superior a la presentada por los
norteamericanos, pero esa situación se invertiría posteriormente. Es
nuevamente Carl Sagan (1996) quien recoge la sorpresa de los dirigentes
de la URSS y los Estados Unidos respecto al interés del público por el
tema espacial cuando, unos años después de comenzar las primeras pruebas
con los nuevos misiles balísticos, los soviéticos demostraron que se
podía llegar al espacio exterior con el Sputnik 1. Más aún, los éxitos
soviéticos crearon cierto pánico en la población estadounidense al
sentirse vulnerables y en inferioridad tecnológica frente a su enemigo.
El mismo Sagan (1996, p. 212) recogió ese sentimiento y la reacción
inmediata de los políticos para dar prioridad a los temas
aeroespaciales. El astrobiólogo transcribe el interrogatorio mantenido
en 1958 entre Daniel J. Flood, presidente de la subcomisión para
asignaciones de la defensa y representante del partido demócrata por
Pensilvania, y Richard E. Horner, secretario de la asesoría para la
Fuerza aérea de los Estados Unidos. Ante la petición de una partida
considerable de fondos para la investigación espacial, la subcomisión
realizó tres preguntas a Horner y, tras responderlas, Flood declaró: Deberíamos
darle todo el dinero, todo el hardware y todo el personal que precisen,
sin importar lo que otras personas puedan opinar o querer, y pedirles
que se suban a una colina y que lo hagan sin contemplaciones. Con un
vigor como el demostrado por las dos partes en los aspectos técnico,
económico y de comunicación pronto comenzaron a ser familiares para las
personas de toda clase y condición los cohetes de gran tamaño, las
imágenes de cápsulas reentrando en la atmósfera, los trajes
presurizados, las escafandras...
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